viernes, 24 de enero de 2014

LA VIDA DE PI

Hace unos meses leí un libro que me sorprendió gratamente y que me hizo reflexionar: La vida de Pi (Life of Pi) de Yann Martel. 

Lo cogí prestado de la biblioteca y todo la imagen anterior que tenía era el cartel a lo Walt Disney de la película homónima; película que, todo hay que decirlo, aún no he visto.



A ver, si te fías de la imagen del cartel yo pensaba en algo entretenido de aventuras más bien intrascendetes tipo Sandokan. Y la contracubierta del libro iba más o menos por ahí, que si un niño cuyo padre tiene un zoo en la India y por circunstancias de la vida les toca emigrar a Cánada. Vale, pues me reafirmó más en la idea: de aventuras exóticas irá el libro, ¿no?

Pues no, para nada, el libro va de contar historias, o más bien de cómo te cuentas tú a ti mismo la Historia de la Vida con mayúsculas y con minúsculas. Es decir, cómo te explicas el mundo y su creación: el origen de las cosas y si hay dios o no hay dios. La religión o la religiones como el gran cuento o los grandes mitos que son reales o ficticios según les creamos o no. Y la historia con minúsculas es esa parte de la realidad que nos toca vivir, nuestro día a día que puede ser muy duro a veces, pero que importa cómo nos lo contemos a nosotros mismos y a los demás para que adquiera el tono de un drama épico, de una tragedia, de una aventura o de cualquier otra cosa: todo depende de nosotros mismos y del relato que hacemos de lo que nos ocurre. 

La novela tiene distintas partes y así como la primera parte es casi un cuento de hadas, la parte central es dura, el protagonista es un adolescente convertido en una especie de Robinson Crusoe marino, abandonado en una barca a la deriva con un extraño compañero de viaje, un tigre de Bengala. ¿Logrará este chico salvarse y llegar a puerto? 

La intensidad de los detalles es enorme y de un gran profundidad en cuanto a las reflexiones.

Me gustó especialmente esta idea sobre el verdadero adversario de la vida. ¿Quién nos impide seguir adelante con nuestros impulsos y verdaderas ganas de hacer algo? ¿Quién, muchas veces, sino el miedo? 

Cuidado con ningunear nuestros miedos. Cuidado con permitirles que se hagan demasiado grandes. Y es verdad que siempre están al acecho.

Debo decir una palabra sobre el miedo. Es el único verdadero adversario de la vida. Sólo el miedo puede vencer a la vida. Es un adversario avispado y traicionero, lo sé muy bien. No tiene decencia, no respeta la ley o convención alguna ni muestra piedad. Va directo a tu parte débil, que encuentra con infalible facilidad. Empieza en tu mente, siempre. Tú te sientes tranquilo, sereno, feliz. Acto seguido, el miedo, disfrazado de afable duda se cuela en tu mente como un espía. La duda se encuentra con la desconfianza y la desconfianza intenta expulsarla. Pero la desconfianza es un soldado raso mal armado. La duda se deshace de ella sin problemas.

I must say a word about fear. It is life's only true opponent. Only fear can defeat life. It is a clever, treacherous adversary, how well I know. It has no decency, respect no law or convention, shows no mercy. It goes for your wakes spot, which it finds with unerring easy. It begins in your mind, always. One moment you are feeling calm, self-possessed, happy. Then fear, disguised in the garb of mild-mannered doubt, slips into your mind like a spy. Doubt meets disbelief and disbelief tries to push it out. But disbelief is a poorly armed foot soldier. Doubt does away with it with little trouble. 

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