domingo, 20 de diciembre de 2015

La nave que surca los mares del cielo

Mi regalo de Navidad es un cuento que no tiene nada que ver con la Navidad. 

Espero que os guste.

Gracias, Rosa, por editarlo :-)






Todos los hechos son ficción, pero este este cuento está inspirado por el octavo poema de la secuencia "Lightenings" del poeta irlandés Seamus Heaney (1939-2013), que figura en su libro de 1991 Seeing Things. El poema, a su vez, recuenta un relato medieval irlandés que figura ya en los Anales del Ulster, que sitúan el acontecimiento en cuestión en el año 748 de nuestra era. Yo he añadido un poco más, bueno, bastante más de cosecha propia...

jueves, 26 de noviembre de 2015

PROJECTE DIGITALE

Las historias y los relatos tienen un enorme poder en sí mismo. Eso es algo que siempre he sabido, pero me emociona cada vez que lo constato. 

Todos tenemos la capacidad y la necesidad de narrar y de narrarnos. Y cuando nos asomamos a ese potencial, que es enorme, lo que encontramos seguro que nos sorprende y nos transforma. 

Ya he contado alguna vez en este blog que visito de vez en cuando la prisión de mujeres de Wad ras para contar cuentos. Y en mi última visita Lluís, el bibliotecario, me ofreció unos libritos que habían hecho y vendido entre familiares y trabajadores de la prisión las mismas presas.




Son unos libros hechos a mano que llevan un código QR vinculado a un vídeo. Los relatos son también idea de las mismas presas. Algunos son ficciones o semi-ficiones basadas en hechos reales. Otros son deseos o aspiraciones ficcionadas. En todos se pueden apreciar otros mundos y ponerse fácilmente en la piel del otro por unos minutos, lo que tarda en leerse el relato o verse el vídeo. Un viaje del interior al exterior y vuelta. El mayor viaje posible, el más largo y emocionante. 

Me gusta esta manera sencilla y clara como empieza este relato de Mariana Dyjament Tres Lunas:
Hay frases que, al contrario de encontrarlas, ellas te encuentran a ti. Esta pertenece a una tribu de los indios americanos, continente del que provengo. Soy Mariana Dyjament y éste es mi relato.
Antes de juzgar a una persona camina tres lunas con sus sandalias.

Con la ayuda de los profesores han aprendido a montar vídeos y audios y a hacer estos pequeños libritos que veis en las fotos. El resultado es que algunos relatos que estaban dentro salieron fuera y cobraron vida. Eso es lo que quiere una historia, ser contada y ser escuchada. 

El proyecto se llama Projecte Digitale podéis saber un poco más de él clicando AQUÍ

Os dejo también algunos vídeos en relación a los libros que veis en la foto de la entrada.

Aprendiendo de la vida
de Marta Cañas



La buitrera
de Clara Eugenia Lemos Ruiz




domingo, 25 de octubre de 2015

UNA SEMILLA, UN ÁRBOL, UN FANTASMA

Una anciana de 89 años que vive en Sederville, la zona segregada para los "Coloured" (mestizos) de Clanwilliam, me ha conmovido profundamente. 

Hemos llamado a su puerta porque alguien le había dicho a Patrick, mi ayudante, que esta ouma ("abuela", pero en afrikaans usado de forma muy generalizada como tratamiento de respeto a la gente mayor) era una buena informante. 


La mujer me ha mirado con extrañeza al abrirnos la puerta y escuchar la retahíla con la que explicamos siempre el objeto de nuestra visita (que estamos aquí para recoger cuentos, historias...). 


No le faltaba razón, pues lo cierto es que ya la habíamos entrevistado hace casi un mes, pero como parte de un grupo que suele reunirse tres veces por semana en una iglesia próxima. 


Aclarada la circunstancia de que ya nos conocíamos, la entrevista ha empezado de forma casi inmediata, pues se daban las condiciones para que yo pudiera filmarla sosteniendo la cámara en la mano, sin tener que que montar el trípode,  y Petronella estaba muy deseosa de compartir con nosotros sus relatos. 


Se acordaba perfectamente del tipo de historias que nos interesan: sobre la presa y su historia, sobre los traslados forzosos que su construcción provocó en las comunidades mestizas que vivían cerca del río, y que fueron mucho más allá de las necesidades de reubicación que este tipo de obras siempre causan. 


Aquí en ambos casos, pero sobre todo durante la ampliación de los años de 1970, se trato de operaciones de "limpieza" destinadas a desposeer a los mestizos y apartarlos de la población de origen europeo. 


Ouma Petronella Price nos ha contado relatos sobre estos tristes hechos, relatos que pueden inscribirse en lo que podríamos llamar la dimensión histórica de los avatares de su comunidad. 


Otros relatos podríamos clasificarlos como pertenecientes a una dimensión mítica, pero seria una falacia porque para Ouma Petronella son tan históricos como los otros. 


Relatos sobre la waternoointjie, "la doncella del agua", que vive en manantiales, lagunas, ríos y, como no, también en la presa, a veces junto a su equivalente masculino, el waterbaas, "el dueño del agua". 


Petronella nunca había visto a estas gentes del agua, pero daba crédito a lo que le habían contado quienes sí lo habían hecho. 


Pero el relato que me ha llegado realmente al alma no tiene que ver ni con los desahucios brutales de la época del apartheid ni con los moradores de las profundidades. 


Nos lo ha contado de forma espontánea, y cabría situarlo entre ambas dimensiones, la histórica y la mítica. 


Hay en la calle Jakaranda, donde ella vive, un árbol muy especial, que tiene una historia que quizá ya nadie más recuerde. 


Hace mucho tiempo un hombre, Augus Crosney, fue a trabajar para un granjero alemán en lo que entonces se llamaba África del Sudoeste, hoy Namibia.


Al volver a Sudáfrica, su jefe la regaló dos semillas de acacia.

semillas de acacia

Cuando se volvió a instalar en Clanwilliam el hombre plantó una de las semillas en su jardín, y le regaló la otra a un vecino.

Su semilla no fructificó, pero sí la del vecino.


Con el tiempo aquel árbol se hizo muy grande.




El propio Crosney fue muy longevo. Murió con 105 años. 

De niña, Petronella llegó a conocerlo.


Recordaba que Augus Crosney tenía una larga melena, y que solía sentarse sobre una lápida del cementerio cercano.


Cuando le preguntaban por qué lo hacía, respondía que allí estaba enterrada su esposa.


Petronella no nos ha dicho dónde enterraron a Augus Crosney; quizá en el cementerio "nuevo" de Clanwilliam, a las afueras del pueblo, que ya era viejo cuando ella vino al mundo.


El caso es que el antiguo cementerio está justo al lado de su casa; es una pequeña explanada que yo había tomado por un parque abandonado.




Petronella nos ha dicho también que en verano, cuando el calor es agobiante, sale a menudo a dormir al porche de su casa, que se asoma a ese cementerio.

En Clanwilliam, en verano, no se produce ningún tipo de neblina, pero Petronella ha visto a menudo levantarse una calima blanca del lugar donde está la tumba de la esposa de Augus Crosney.

La neblina termina por cobrar cierta forma humana, cuyos pies nunca tocan el suelo.

La ha visto a menudo, y no le da miedo porque, como muchos fantasmas de los que me han hablado por aquí, no se manifiesta para hacer daño a los vivos.

Mientras la anciana contaba su relato, he recordado que, al bajarme del coche cuando lo hemos aparcado delante de su casa, me había llamado la atención ver en el suelo algunas semillas (en realidad vainas con varias semillas) de un tipo de acacia que prospera sobre todo a lo largo del río Orange y en el Kalahari. En castellano se la conoce como espina de camello.

Jamás había visto semillas así tan al sur.

Reparé en ellas por primera vez hace unos años, cuando recogí algunas procedentes de cierto árbol de la misma especie, también muy longevo, que todavía, aunque con dificultad, crece en Kenhardt, a 800 kilómetros de aquí.

Vídeo en ristre, hemos salido a la calle, detrás de Petronella Price, para ver y palpar esta demostración de que, en verdad, la sabiduría, y los relatos que la transmiten, residen en los lugares.

Hemos filmado y fotografiado el árbol, el cementerio, el lugar, ahora sin marcar, donde está la tumba de la esposa de Augus Crosney.

El árbol está en la acera de enfrente, un poco más allá de su casa.

Es enorme, lo que indica una edad considerable.

Si mis cálculos no fallan, Crosney recibió esas semillas en los inicios de la infausta colonización alemana de Namibia, a mediados de la década de 1880.

La anciana lo ha visto allí desde que tiene uso de razón, y sin duda para entonces el árbol no era precisamente joven.

Petronella Price piensa, y nosotros también, que el árbol debería estar protegido, y que su historia no debería perderse.

Por eso nos la ha contado.

Por eso ahora os la he contado yo a vosotros. 

PD: Hoy hemos entrevistado a otros dos habitantes de Clanwilliam, y les hemos preguntado por Augus Crosney.

Sabían de él y de su familia, pero no conocían la historia de la acacia, de la que quizá Petronella era, hasta ahora, la única depositaria.


Por otro lado, dos de los arqueólogos con los que comparto casa, y a los que ayer conté esta historia, han ido hoy a ver el árbol de la calle Jakaranda. Una de ellas, Jessica, ha recogido semillas, que piensa plantar en el jardín de su casa, en Johannesburgo, en una parte del subcontinente donde esta especie se da bien. El árbol de Augus Crosney, esperemos, tendrá allí descendencia. Esperemos también que la historia viaje con Jessica, y que allí donde ese nuevo árbol crezca, se asiente también el relato.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Festival de las linternas en Clanwilliam

A principios de este mes compartía el Bed & Breakfast del Living Landscape Project de Clanwilliam con un grupo de voluntarios  de la Universidad de Ciudad del Cabo, que cada año, desde hace unos quince, por estas fechas organizan en Clanwilliam un desfile de linternas y la puesta en escena de uno de los cuentos /xam de la Colección Bleek-Lloyd. La verdad es que no socializábamos mucho, porque la buhardilla que yo ocupo está separada del resto de la casa y tiene su propio acceso exterior. Pero me encantaba sentir cada día el bullicio de su frenética actividad, que en ningún momento me resultó molesta, aunque sus ensayos musicales a menudo coincidían con el momento en que yo me retiraba a dormir.

Aglutina a estos voluntarios Mark Fleischman, del Departamento de Drama de la Universidad, con su Magnet Theatre.

Pero por lo que puedo ver los voluntarios son también del área de Música y de Bellas artes.

El festival y la obra son una pasada, lo digo con conocimiento de causa porque estuve presente en la edición del 2007, en que se representó el cuento sobre Mantis, su hijo y los babuinos.

Este año el relato elegido es el mito del cerdo hormiguero, el lince y la pequeña gacela, una versión del cual podréis encontrar en mi libro "La niña que creó las estrellas" (N.35. Aardvark, la pequeña gacela y el lince. Narrado por /Han=kass’o. pag 160-172. Edit. Lengua de Trapo).

El festival se celebra en el campo de deportes de una escuela cercana (por distintos motivos ya no hacen el desfile en las calles de Clanwilliam) pero invitado por una amiga, Levona Lebruin, que es parte del equipo de Fleischman, he estado viendo algunos de los ensayos, y también cómo hacen las grandes figuras de caña y papel con la forma de los personajes del cuento.


También he visto a los niños haciendo las lámparas de papel, máscaras y otros objetos que se usarán en el desfile y en la obra.


El festival está dirigido a todo Clanwilliam, pero sobre todo a la parte más desfavorecida de la población, que es como decir a la mayoría de la gente.

Pocas personas de origen europeo participan, porque, lamentablemente, en este pueblo las heridas de la historia siguen muy abiertas.

Los devastadores efectos del sistema del apartheid, y de siglos de opresión y discriminación previos a él, se manifiestan también de otras formas en Clanwilliam, donde la corrupción política alcanza niveles descorazonadores.

Volviendo al festival, va dirigido sobre todo a los niños, que participan en el evento como actores y artistas, y también a través de actividades en la escuela.

A los más pequeños se les invita también a ir al lugar de los ensayos, donde varios de los voluntarios se turnan para tenerlos entretenidos mediante juegos de todo tipo relacionados siempre con el cuento que se ve a representar.

La historia de Aardvark (cerdo hormiguero), la pequeña gacela y el Lince habla de la primera humanidad, cuando los animales eran personas.

Aardvark ve pasar a unas gacelas saltando y escoge a una gacela que va con su cría para engañarla y robarle a la pequeña, a la que esconde en su madriguera. La pequeña gacela crece con Aardvark pensando que ella también es un cerdo hormiguero, pero cuando es una jovencita Lince acude al rescate. Según las versiones, enviado por su madre, para que la saque de allí y se case con ella.
Lince lo hace y huye con la joven gacela, pero en la huída y mientras Aardvark los persigue les lanza una maldición y es que a partir de ese momento Lince será siempre un animal que caminará de noche. Ante esto Lince replica a Aardvark de la misma forma, con otra maldición, que siempre será un cerdo hormiguero que caminará de noche. 
Aardvark volvió a su casa, resignado, mientras Lince seguía su camino junto a la pequeña gacela. Pero desde entonces, se dicen, están sentenciados, las gacelas sólo comen arbustos, y los animales de presa tienen que matarlos para sobrevivir. Ya no se mezclan, ni se casan entre ellos, y todo el mundo tiene que aceptar que cada animal se casa sólo con los de su propia especie y come la comida adecuada para ellos. Y así es hasta el día de hoy.

Este es el cuento que se representó, más o menos, el domingo 6 de septiembre en Clanwilliam. Aunque en esta versión Lince acaba casándose con la Gacela, ineludible final feliz que fue muy aplaudido por los chavales.






miércoles, 19 de agosto de 2015

La lengua de los secretos de Martín Abrisketa

Hace unos días me terminé de leer La lengua de los secretos de Martín Abrisketa, que ha publicado Roca editorial y que también podéis comprar en formato Seebook.  




Se trata de un auténtico libro de aventuras donde no te va a faltar de nada para que te lo pases en grande: piratas, bombas, madres por las que uno lo da todo, amigos con los que recorrer el mundo y hambre, bastante hambre, amistad y, sobre todo, imaginación para superar cualquier embate del destino. Y todo con la Guerra Civil española de trasfondo...

Pero el libro no es sólo eso, ¡cómo si fuera poco! No, el libro es también una carta a corazón abierto donde el autor nos habla de la relación con su padre y de esos silencios que nos separan, cuando nos deberían unir, de como la edad nos hace, si no madurar, al menos aprender a ponernos en el lugar del otro y reescribir el pasado como debería ser, que para eso está la literatura, ¿no? Porque si de algo va también el libro es sobre lo mucho que sirve escribir para uno mismo y no sólo para los demás. 

En definitiva es una historia que, al leerla, si no sabes volar, te vienen como unas ganas locas de intentarlo. 

Aquí os dejo una muestra de la prosa sencilla y directa de Martín Abrisketa. Creo que podría leerse como un cuento corto y todo, espero que os abra boca.

La cara del diablo. Invierno de 2012
He de confesar que de pequeño volaba muy mal. Me di cuenta de la circunstancia un día de verano de mil novecientos setenta y tantos que había amanecido con un aburrimiento terrible en el ambiente, un tedio de esos que te hace pensar si merece la pena seguir siendo un niño. Al fin se me ocurrió una idea para pasar el rato... Me subí a la barandilla del balcón de la cocina, cerré los ojos y me arrojé al vacío. 
Sucedió algo inaudito: ¡caí a plomo!
Por suerte, en aquella época veraneábamos en un primer piso, y justo debajo del balcón crecía un césped mullidito; con lo cual al estamparme contra el suelo, lo único que me pasó fue que me mordí la lengua (al parecer olvidé cerrar la boca en la maniobra de despegue). Me incorporé apresuradamente, por si había algún observador en las inmediaciones, y llamé al timbre de casa, ¡riiiiin, riiiiiin! 
Oye, pero ¿no estabas jugando en el balcón?, preguntó mi abuela al abrir la puerta. 
(Capítulo 54 bis). 




jueves, 30 de julio de 2015

REGRESO AL KAROO

Ha salido publicado en la revista Tantágora el segundo artículo de otro de nuestros viajes recogiendo cuentos en el Karoo. 

En esta ocasión recorremos Brandvlei, Swartkop y Vanwyksvlei y escuchamos el cuento del fiel caballo blanco y el anciano ciego, que nos dejó bastante impactados, de boca de Klaas van Zyl.

Para leer el artículo pinchar AQUÍ



domingo, 5 de julio de 2015

EL LIBRO DE LAS COSAS PERDIDAS

Acabo de terminar de leer The book of lost things de John Connolly, editado en castellano por la editorial Oniro.




Si llevara un club de lectura es un libro que propondría sin lugar a dudas porque creo que es muy interesante para debatir sobre él, trata muchos temas y es un muy redondo en cuanto a su estructura. En cuanto a ritmo lo he encontrado un poco desigual, ha habido momentos muy trepidantes y otros en los que lo he encontrado un tanto reiterativo, pero se lo perdono por la cantidad de aciertos que tiene.

En primer lugar es un libro que trata de las historias y de la necesidad que tienen de ser contadas. También podríamos decir de la necesidad que nosotros, los seres humanos tenemos de ellas y de que nos las cuenten y de contárnoslas, una y otra vez. De cómo nos las cuenten y de cómo nos las contamos en la infancia y a lo largo de nuestra vida depende nuestro mundo y nuestra felicidad. 

Eso es lo que le dice la madre de David, el protagonista del libro, cuando le lee, y eso es lo que él cree y lo que resulta esencial para su viaje de transformación de la niñez a la madurez. 


Stories were different, though: they came alive in the telling. Without a human voice to read them aloud, or a pair of wide eyes following them by torch light beneath a blanket, they had no real existence in our world. They were like seeds in the beak of a bird, waiting to fall to earth, or the notes of a song laid out on a sheet, yearning for an instrument to bring their music into being. They lay dormant, hoping for the chance to emerge. Once someone started to read them, they could begin to change. They could take root in the imagination and transform the reader. Stories wanted to be read, David's mother would whisper. They needed it. It was the reason they forced themselves from their world into ours. They wanted us to give them life. 
(Pag. 3 The Book of lost things)
Los cuentos, sin embargo, eran diferentes: cobraban vida al contarlos. Sin una voz humana para leerlos en voz alta, o un par de ojos bien abiertos que los recorrieran bajo una manta, a la luz de la linterna, no tenían existencia en nuestro mundo. Eran como semillas en el pico de un pájaro, esperando a caer sobre la tierra, o notas de una canción escritas en una partitura, ansiando el instrumento que diera ser a su música. Yacían aletargados, a la espera de la oportunidad de emerger. Una vez alguien empezaba a leerlos, podían empezar a cambiar. Podían arraigar en la imaginación y transformar al lector. Los cuentos querían ser leídos, susurraba la madre de David. Lo necesitaban. Por ese motivo se introducían a toda costa en nuestro mundo desde el suyo. Querían que les diéramos vida. 
(Traducción José Manuel de Prada-Samper) 



El David niño piensa que el destino de su madre, que está muy enferma, puede estar ligado a una serie de acciones que el se ve obligado a realizar cada día: como levantarse siempre con el pie izquierdo o contar hasta veinte cada vez que se lava los dientes... cosas de este estilo que le hacen pensar que tiene una especie de control sobre el mundo y sobre lo que pasa en él. Por qué, ¿cómo puede aceptar nadie la pérdida de un ser querido? ¿Es eso lógico y razonable? 

No, no lo es, claro que no lo es, porque nuestro mundo no es lógico ni razonable. Pero aceptar eso, igual que aceptar el duelo y la pérdida es mucho más duro cuando faltan años de experiencia que te curtan un poco. ¿Ayudan o pueden ayudar los cuentos en ese proceso? 

Los relatos tradicionales han estado entre nosotros no sólo con la función de entretener sino también de aportarnos conocimiento y experiencia; nos abren los ojos a otras realidades y formas de percibir las cosas y por eso son esenciales en nuestro crecimiento.

John Connolly se permite un juego transgresor con algunos relatos tradicionales como la Bella Durmiente, Blancanieves y los siete enanitos o la Bella y la Bestia. Algunos de ellos son divertidos, otros, la mayoría, es donde habitan nuestros miedos más arraigados y donde damos vida a nuestras más profundas pesadillas. Leer el relato es leer al protagonista y descubrir quién es.
Una invitación no carente de sorpresas, sangre y riesgo, como toda aventura que se precie. 



domingo, 28 de junio de 2015

HOMO NARRANS



Nos hace ilusión presentaros desde escuchando con los ojos (nuestro cuaderno de bitácora) otra página web/blog en la que hemos estado trabajando durante hace ya algún tiempo: HOMO NARRANS. 




En ella colaboramos Ignasi Potrony, Susana Tornero, Jose y yo.

Homo narrans nace del gusto y del amor por la palabra. Para compartirla, imaginarla, dibujarla y pensarla. 

Podréis navegar en castellano, catalán o inglés por esta página.

homonarrans.net

Esperamos que os guste.

Por lo demás seguiremos con nuestras cosas habituales, con mayor o menor intensidad, según el trabajo o los viajes nos dejan, en este vuestro blog también :-)







domingo, 8 de marzo de 2015

Visitando la tierra de los bosquimanos /Xam

Nos hace mucha ilusión compartir con vosotros en nuestro blog un artículo que salió publicado hace unas semanas en la revista de narración oral Tantágora sobre uno de nuestros primeros viajes a la tierra de los /Xam, en el alto Karoo, Sudáfrica.

Como podréis ver en él compartimos las experiencias del viaje y uno de los primeros cuentos que escuchamos de Magdalena Beukes.

Es el primero de una serie de artículos sobre nuestros viajes de los últimos años.

Para leer el artículo pinchar AQUÍ.

Esperamos que os guste.






lunes, 23 de febrero de 2015

EL AÑO DE LA CABRA DE MADERA

La semana pasada empezó el Año Nuevo chino, que se rige por el ciclo lunar, y que en esta ocasión está bajo el signo de la cabra de madera. 

Mi amiga Alicia Promio hizo una preciosa caligrafía de este signo pintada con el dedo:



Hicimos una pequeña celebración con una cena y nuestras propias galletitas de la suerte, que no se podían comer, porque las hicimos de papel ella y yo, pero en las que escribimos pensamientos de Confucio y otras citas de sabiduría oriental elegidas un poco al azar. A ver lo que la suerte nos deparaba a cada una de las seis amigas que nos reunimos... Y luego, también al azar, cada una eligió una, o dos...

Galletitas de la suerte



A mí me tocó: 
La aguja viste a los demás y permanece desnuda.
No puede haber arcoíris sin lluvia.  

Mientras buscaba citas leí las Analectas de Confucio y no tienen desperdicio. 
Me gustan mucho las siguientes:


Si sabes algo, dilo; si no, admítelo. Ese es el verdadero conocimiento.
Si tienes prisa no harás verdaderos progresos ni alcanzarás el éxito.
Nuestra naturaleza nos acerca, nuestras costumbres nos alejan. Sólo los sabios más sabios y los estúpidos más estúpidos no cambian.
El que no sabe el significado de las palabras no puede conocer a los hombres.
Aprender sin pensar es inútil, pensar sin aprender es peligroso.
El hombre grande se exige a sí mismo, el hombre pequeño exige a los demás.

¡Feliz y creativo año de la cabra!


sábado, 7 de febrero de 2015

“Oh, la danza de nuestra hermana”: un poema de Eugène Marais

Eugène Marais
Leí por primera vez este poema de Eugène Marais hace unos años en la rompedora antología de poesía Surafricana de Jack Cope (el que fuera amante de Ingrid Jonker) y Uys Krige, The Penguin Book of South African Verse (1968). La versión inglesa que allí aparece (págs. 191-192) es de los propios Cope y Krige.

Naturalista y poeta, Marais es uno de los grandes de las letras surafricanas. Nació en Pretoria el 9 de enero de 1871 y tras una azarosa vida, marcada por su adicción a la morfina, se quitó la vida en una granja cerca de Pelindaba, al oeste de Pretoria, el 29 de marzo de 1936.

Gran defensor del afrikáans como lengua de su gente, prefirió esa lengua al inglés y al holandés, y en ella escribió la mayor parte de su obra. Como naturalista Marais fue un precursor de la moderna ciencia de la etología, con sus estudios sobre las termitas y los babuinos. En ese campo, su libro más destacado es Die Siel van die Mier (“El corazón de la termita”, 1925), un estudio sobre la sociedad de los termiteros que fue desvergonzadamente plagiado por el escritor belga de lengua neerlandesa y premio Nobel Maurice Materlinck (1862-1949), en su libro La Vie des termites (1926). Existe una película estupenda sobre Marais, Die Wonderwerker (2012) de Katinka Heyns, que se centra en el periodo en que el poeta estuvo convaleciente de malaria en una granja del Waterberg.

Mi interés por Marais lo suscitó el libro Dwaalstories en ander vertellings (1927), que llegó a mis manos en la versión inglesa de Jacques Coetzee The Rain Bull and other tales from the San (2007). Este título (“El toro de la lluvia y otros relatos de los san”) tiene poco que ver con el original, que podría traducirse como “cuentos errabundos”.

La vinculación de estos relatos viajeros con la verdadera tradición oral de los pueblos bosquimanos del sur de África es debatible, aunque no cabe descartar que algunos elementos procedan realmente de cuentos tradicionales que Marais escuchó. El caso es que asegura haberlos escuchado de labios de un bosquimano centenario llamado Hendrik con al que parece ser que frecuentó mucho en 1913 cuando el poeta estaba pasando una temporada en la granja Rietfontein del Waterberg, al norte de Pretoria.

La prosa de los relatos es muy poética, y recuerda en muchas cosas a la de las Leyendas de Guatemala (1930) de Miguel Ángel Asturias. Como ha sugerido el biógrafo de Marais, Leon Rousseau, no cabe descartar que Hendrik relatara las historias bajo la influencia del dagga (la forma local de la marihuana) y el poeta los adaptara más tarde bajo la influencia de la morfina (The Dark Stream: The Story of Eugène Marais, Johannesburgo, Jonathan Ball, 1999, p. 262). El resultado es una obra maestra de la prosa en afrikáans.

Comoquiera que fuese el proceso de creación de las Dwaalstories, el caso es que Marais insertó en ellas varios poemas, entre los que se cuenta el que aquí ofrezco en una tentativa de traducción en verso libre. El poema no necesita mayores aclaraciones, salvo quizá decir que, por supuesto, “la gente menuda” (die kleinvolk) mencionada en la penúltima estrofa, no son otras que las termitas, que se agitan en sus moradas al sentir la proximidad de la lluvia.

El texto afrikáans lo he tomado de la web http://allpoetry.com/Die-Dans-Van-Die-Reen. La fotografía de Marais procede de la entrada sobre él en Wikipedia. La otra fotografía es de Helena, y muestra un aguacero visto desde la colina Witeberg, varios kilómetros al norte de Marydale, cruzado el río Orange, que visitamos con Neil Rusch el 15 de marzo de 2011 y que probablemente es K”amm xhára ka !kau, la elevación desde la que, según ||kabbo, cierto !gixa de |xam-ka !au “cortaba la lluvia” para aliviar la sequía en su territorio. No es propiamente el Kalahari, pero sin duda esta zona de sabana se parece a la que Marais tenía en mente al componer el poema. Estoy en deuda con mi profesor de afrikáans, Izak Johann Meyer, quien me ayudó en su día a pulir una traducción al ingles de “Die dans van die reën” que hice como ejercicio de clase. El poema, sin embargo, está traducido al castellano directamente de la lengua original.



Dien dans van die reën
Eugène Marais
Lied van die vioolspeler, Jan Konterdans, Uit die Groot Woestyn

O die dans van ons Suster!
Eers oor die bergtop loer sy skelm,
en haar oge is skaam;
en sy lag saggies.
En van ver af wink sy met die een hand;
haar armbande blink en haar krale skitter;
saggies roep sy.

Sy vertel die winde van die dans
en sy nooi hulle uit, want die werf is wyd en die bruilof groot.

Die grootwild jaag uit die vlakte,
hulle dam op die bulttop,
wyd rek hulle die neusgate
en hulle sluk die wind;
en hulle buk, om haar fyn spore op die sand te sien.

Die kleinvolk diep onder die grond hoor die sleep van haar voete,
en hulle kruip nader en sing saggies:
Ons Suster! Ons Suster! Jy het gekom! Jy het gekom!”

En haar krale skud,
en haar koperringe blink in die wegraak van die son.
Op haar voorkop is die vuurpluim van die berggier;
sy trap af van die hoogte;
sy sprei die vaalkaros met altwee arms uit;
die asem van die wind raak weg.
O, die dans van ons Suster!

La danza de la lluvia
Eugène Marais

Canción del violinista Jan Konterdans, del Gran Desierto (Kalahari)

¡Oh la danza de nuestra hermana!
Primero, otea taimada desde la cima
tímidos los ojos;
la risa dulce.
Y desde lejos hace señas con una mano;
sus brazaletes brillan y centellean sus abalorios,
con dulzura llama.

Habla a los vientos de la danza
y los invita, porque la explanada es amplia y espléndidas serán las bodas.

Los grandes antílopes corren sobre la llanura,
se congregan en lo alto de la colina,
dilatan al máximo sus fosas nasales
y tragan el viento;
y se inclinan, para ver sobre la arena su rastro sutil.

En lo hondo de la tierra, la gente menuda
escucha el murmullo de sus pies,
y se acerca a rastras y canta suavemente:
¡Hermana! ¡Hermana! ¡Has venido! ¡Has venido!’’

Y sus abalorios se agitan,
y sus ajorcas de cobre relumbran en el descenso del sol.
Sobre su frente está el penacho de fuego del águila de la montaña;
desciende desde las alturas,
con ambos brazos despliega el manto gris;
el aliento del viento se pierde.
¡Oh la danza de nuestra hermana!

Traducción de J. M. de Prada-Samper


martes, 27 de enero de 2015

En el 183 cumpleaños de Lewis Carrol

Hoy es el 183 aniversario del nacimiento del escritor y fotógrafo británico Charles Ludwidge Dodgson, más conocido como Lewis Carroll (1832-1898), a quien debo no sólo mi pasión por la literatura, sino también mi conocimiento de la lengua inglesa, y de todos los caminos que dicho conocimiento me ha abierto. A Carroll debo también mi amistad, no por más breve menos atesorada, con Luis Maristany (1937-1992), quizá el mejor traductor de Carroll al castellano.

Al finales del verano 1977, entre unos libros de mi padre que estaban pendientes de embalarse antes de su traslado al nuevo apartamento al nos íbamos a mudar al inicio del curso, me encontré con Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, en ediciones del Libro de Bolsillo de Alianza Editorial, que yo entonces pensaba que sólo publicaba cosas muy serias. Hasta ese momento, lo único que sabía de Carroll es que, además de haber escrito Alicia en el país de las maravillas, había sido también matemático. 




Ignoraba por completo que el libro tuviera una segunda parte, y que pudiera tener el más mínimo interés para los adultos. Por aquellos tiempos de mi incipiente adolescencia, yo era, culturalmente hablando, un tarugo cuya lectura más seria era La llamada de la selva de Jack London, y cuyos gustos en materia de libros que no se fuesen cómics se decantaban sobre todo por las novelas originales de Tarzán escritas por Edgar Rice Burroughs. Para mí Alicia consistía sobre todo en una película de Disney que sólo conocía en una versión en cómic, y alguna adaptación ñoña que, en algún momento, se había cruzado en mi camino.

Pero aquellos dos libros que tenía en las manos parecían novelas, si bien estaban profusamente ilustrados con unas imágenes de un estilo anticuado pero atractivo, y además estaban repletos de notas. Había en ellos algo subyugante que decía, imperiosamente, “¡Léenos!”

Y así lo hice. Aquel final de vacaciones de 1977 será para mí siempre aquel en el que me leí por primera vez los libros de Alicia en la traducción (pionera entre las versiones integrales) de Jaime de Ojeda, publicada en Madrid por Alianza Editorial en 1970 (Alicia) y 1973 (Alicia a través del espejo). Me enamoré no sólo de ellos, sino de su autor y de la época en la que vivió, de la que se hablaba con detalle en las notas. Éstas también se referían a menudo a los juegos de palabras “intraducibles” que salpicaban la obra, y que hacen aconsejable leerla en el original.

Esto último hizo que a mí, que estudiaba inglés a regañadientes porque no le veía ninguna utilidad práctica, me entraran unas ganas irreprimibles de dominar esa lengua. Eso no impidió que todavía durante el BUP me suspendieran varias veces esa asignatura, pero el caso es que en 1981, con dieciocho años cumplidos, ya puede decirse que podía leer más o menos de corrido cualquier texto en esa lengua. Eso lo pude constatar en el verano de ese año, cuando fui a perfeccionar la lengua a… Dublín. Sí, Dublín. Podría haber elegido Oxford, es verdad, pero es que para entonces otra pasión literaria me consumía (sin que por ello la anterior me hubiese abandonado).


En efecto, lo habéis adivinado: por aquel entonces yo había caído a los pies de James Joyce, y aquel viaje a Irlanda tenía menos que ver con el aprendizaje de la lengua inglesa que con el impulso de peregrinar a los santos lugares joyceanos: la torre Martello de Sandycove, el número 7 de la calle Eccles… Pero esta es otra historia, que ya os contaré (o no) en el siguiente aniversario.

jueves, 22 de enero de 2015

BOOKTUBER

Hay una nueva moda literaria: los booktuber, gente que comenta los libros que lee en vídeo, pero no solo eso, también se pueden comentar los libros que no lees; cómo los tienes puestos en la estantería; el próximo libro que te mueres por leer; si te gusta más el formato electrónico o el papel... La idea es hacerlo de un modo desenfado, como si se lo contaras a un amigo. 

Al parecer el fenómeno empezó, como tantas otras cosas, en EEUU, luego le siguieron muy de cerca los latinoamericanos, sobretodo México, Argentina y Chile, y ahora la cosa se está extendiendo por el resto del mundo.

La gente de Seebook, con la que ya he comentado que colaboro, me propuso hacer booktuber para ellos y me pareció un reto interesante. No me gusta verme en vídeo, creo que eso le pasa a casi todo el mundo, pero me gusta hablar de libros y creo que a fuerza de práctica se puede ir mejorando. 

Aquí os dejo los primeros seebooktuber que hemos grabado en los que hablo de Sé lo que estás pensando de John Verdon, un thriller psicológico bastante entretenido y sin más pretensiones, y El capote de Nikolái Gógol, una absoluta obra maestra que conviene releer. 






jueves, 15 de enero de 2015

Mirar con ojos nuevos...

Hemos tenido un poco olvidado el blog, ya se sabe, las Navidades y los viajes familiares...

El caso es que queríamos compartir una cita que encontramos en una exposición de fotografía que vimos en la Sala Municipal de Exposiciones de San Benito de Valladolid y que recogía fotos de la colección privada de Guido Bertero. Si os interesa saber más de la exposición podéis leer un pequeño artículo AQUÍ

La cita, por sí sola, es hermosa: 

"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirarlos con ojos nuevos".
Marcel Proust